Madrid, España,- Que Messi es el jugador más importante del Barcelona no es nada nuevo ni es noticia. Que el argentino, y solo él, es capaz de echarse a su equipo a la espalda y levantar un partido en un feudo infernal como el Vicente Calderón no sorprende a nadie. Ante el Atlético ha demostrado su influencia decisiva por enésima vez. Los de Luis Enrique han ganado por 1-2 gracias a él. A un Messi cansado y sobreexcitado por su reciente paternidad, que ha entrado en el minuto 60 de juego y con solo 30 minutos por delante ha cambiado radicalmente el encuentro y lo ha decantado para el Barcelona.
Había una novedad importante en el once inicial de cada equipo. En las filas del Atlético, Simeone sacó de inicio a Fernando Torres, como opción revulsiva, relegando a la suplencia a un Jackson Martínez que no termina de integrarse en la dinámica colchonera. En el Barcelona, Luis Enrique sentó a Messi, que no ha entrenado en toda la semana, dosificándole para la segunda mitad.
El Atlético comenzó el encuentro replegado, apuntalado en su solidez defensiva, concediendo la pelota al Barcelona y esperando su oportunidad al contragolpe. El equipo de Simeone buscaba claramente el error de la zaga azulgrana en la salida de balón, aprovechando su lentitud; para que Griezmann y Torres entrasen en acción.
La primera gran oportunidad del partido llegó en el minuto 14, con una jugada de guante blanco de Iniesta, que asistió como él sabe hacerlo, esta vez con el exterior, para dejar a Rakitic solo ante Oblak y que el esloveno se luciese y demostrase una vez más lo gran portero que es.
La posesión era principalmente barcelonista. Koke y Óliver, los creadores de juego atléticos, estaban desaparecidos en combate. El Atlético se limitaba a aplicar la estrategia de paciencia y robo planteada por Simeone. Y a punto estuvo de funcionar. Aprovechando un fallo de Mascherano en la salida de balón, Griezmann lo interceptó y Torres dispuso de una gran oportunidad en el 16′, pero su disparo se marchó alto.
En el minuto 24, el Barça tuvo otra nueva ocasión, aún más clara que la primera. A saque de córner, Rafinha amansó el balón con la cabeza dentro del área y asistió a Luis Suárez, cuyo remate de primeras se estrelló en el larguero de la portería colchonera. No solo no fue gol, sino que en la misma jugada se lesionó Vermaelen, que tuvo que abandonar el campo para ser sustituido por Mathieu. Un nuevo problema defensivo para Luis Enrique; aunque la dolencia del central es menor: lesión en el sóleo de la pierna izquierda, pendiente de evolución.
El Atlético continuaba con su juego de contragolpe y el Barcelona aportaba la poca verticalidad que se veía sobre el césped del Vicente Calderón, pero la tercera gran oportunidad azulgrana llegó curiosamente a la contra. Tras unos regates dentro del área rojiblanca «made in Neymar», cuando se disponía a fusilar a Oblak, al brasileño se le hizo de noche y la pelota se estrelló contra Giménez. Tenía a Rakitic a su derecha y a Luis Suárez a su izquierda, en clara posición para marcar.
Llegan los goles en la segunda parte
Comenzó la segunda mitad y ni Luis Enrique ni Simeone realizaron ningún cambio. Se adivinaba la inminencia de la salida de Messi y de Jackson Martínez, pero ambos técnicos optaron por esperar un poco más. Y la espera dio primero la razón a Simeone, porque vio cómo por fin fructificaba su apuesta de inicio: Fernando Torres. El delantero de Fuenlabrada abrió el marcador en el minuto 51 de juego. Cómo no, de contragolpe; y cómo no, con Ter Stegen quedándose a media salida.
El encuentro se ponía de cara para el Atlético, pero no tardó el Barcelona en restablecer la igualada. Fue Neymar en el minuto 55, con un lanzamiento de falta directa convertido en un misil tierra-aire que se coló por la escuadra rojiblanca sin que Oblak pudiese hacer nada. 1-1 en el marcador y la incertidumbre regresaba al Calderón.
Los cambios esperados se llevaron a cabo. Con treinta minutos aún por delante, Messi entró por Rakitic; Carrasco, por Óliver y, justo después, Jackson Martínez sustituyó a Fernando Torres. Las cartas estaban sobre la mesa y estaba claro que ambos entrenadores no se conformaban con el empate.
Messi desatasca a su equipo
Ni siquiera la paternidad tan reciente puede quitarle el hambre de gol a un delantero como Messi. La entrada del argentino le cambió la cara completamente a su equipo, y el Barcelona se puso por delante en el minuto 77. Tras una tarascada en el área atlética, el balón le llegó a Luis Suárez y éste se lo puso en bandeja a Messi, que no falló para establecer el 1-2. El tanto se lo dedicó a su nuevo hijo Mateo.
Simeone hizo un último cambio: Vietto por Gabi. No podía hacer otra cosa que poner toda la carne en el asador. Desde luego, la entrada de Jackson Martínez no había dado el mismo fruto que Messi en el bando opuesto. Pero esta vez la victoria estaba destinada para los de Luis Enrique. El encuentro finalizó con 1-2 en el marcador. Y Messi volvió a demostrar que nadie como él es capaz de echarse a su equipo a la espalda, incluso en las condiciones más adversas.